El matrimonio igualitario y la retórica victimista de una izquierda a la deriva


A falta de lucha de clases y de modelos realistas y sostenibles de desarrollo, alternativos al libre mercado, la izquierda peruana está a la deriva. Perdida y sin alma, ha renunciado a la defensa de derechos colectivos o sindicales, para presentarse como adalid de derechos individuales y de la defensa de determinadas minorías.

Estos últimos días el Frente Amplio ha presentado un proyecto de ley con el que se pretende instaurar el matrimonio igualitario: http://elcomercio.pe/sociedad/peru/presentan-proyecto-ley-regular-matrimonio-igualitario-noticia-1968248. Se afirma que con esta iniciativa se buscaría lograr no sólo "un reconocimiento de los derechos y deberes adquiridos, sino también una mejor comprensión sobre las uniones de parejas LGBTI (sic) ya que se estarían modificando conceptos generales del matrimonio".

A lo dicho, cabría preguntarse si es posible un reconocimiento de los derechos y deberes adquiridos por las parejas LGTB, sin tener que recurrir y desnaturalizar los alcances de una institución como el matrimonio. La respuesta es afirmativa y para ello basta recordar los alcances de los proyectos de ley ya discutidos en el Congreso, para constituir una unión civil con fines estrictamente patrimoniales.

No nos engañemos, en estricto, lo que se busca es "de-construir" el modelo antropológico de nuestra sociedad, que reposa en la diferencia sexuada entre hombres y mujeres. Para alcanzar ese fin los "iluminados" defensores de lo "políticamente correcto" han abierto diversos frentes, uno de ellos es el matrimonio igualitario y otro es el relacionado con la "ideología del género". En ese mismo sentido, bajo una retórica de igualdad de derechos, se pretende impulsar un proceso secuencial, ya conocido en otros países. Dicho proceso se inicia con una reivindicación del derecho al matrimonio de las parejas LGTB, para posteriormente, asumiendo que dichos matrimonios no pueden recibir un trato desigual, reclamar un derecho a tener hijos. Esta última reivindicación abriría la "caja de pandora", admitiendo para dichas parejas del mismo sexo, no solo la adopción, sino también los "vientres de alquiler" y la "inseminación in vitro".

Según el citado artículo publicado en El Comercio, la abogada de la ONG Promsex, señala que "lo que busca el proyecto de ley es armonizar el principio de igualdad, que está amparado por la Constitución, con el matrimonio que hoy solo es exclusivo para las personas heterosexuales". Para dicha abogada, la ley ya no es la expresión de una voluntad general al servicio del bien común, sino una suerte de "plastelina" al servicio del interés inmediato de minorías, que exigen la satisfacción de lo que ellas denominan sus "derechos", cada vez más ilimitados. En ese sentido, el Derecho se ha convertido en un verdadero mercado, donde el Estado-legislador es considerado como una suerte de "self-service" normativo, donde cada quien viene a servirse "a la carta".

Adicionalmente, como parte de la retórica utilizada para paralizar toda oposición a esta propuesta se recurre a la "victimización" de una minoría, afirmando que las parejas homosexuales son discriminadas, al no recibir un tratamiento similar al concedido a las parejas heterosexuales.

Así, se pretende recurrir al principio de igualdad como una suerte de "llave mágica" que abriría las puertas de todos los derechos imaginables. Sobre este particular cabe tener muy presente que la igualdad no tiene sentido sino entre personas que comparten un status equivalente, ¿acaso en nombre del sacrosanto principio de igualdad se exige que los menores de edad sean autorizados a votar?. Debemos entonces preguntarnos si los homosexuales tienen el mismo status que los heterosexuales desde el punto de vista del estado civil. La respuesta debe ser afirmativa, dado que el Estado Peruano nos reconoce a todos como ciudadanos, sin considerar nuestra religión o nuestras prácticas o preferencias sexuales. Así, no tiene sentido modificar nada respecto a los alcances y contenido de la institución del matrimonio, a menos que afirmemos que el matrimonio se limita a un mero reconocimiento legal del ejercicio de la sexualidad y que el Estado deba inmiscuirse en la sexualidad de adultos sean estos homosexuales o heterosexuales, adaptando "a la carta" una institución, conforme a las preferencias sexuales de una minoría.

Como sabemos el matrimonio no se limita a reconocer el ejercicio de nuestra sexualidad, sino a organizar y dar soporte a la filiación. Lejos estamos de aceptar que el reconocimiento de un "vinculo de amor" sea un argumento suficiente para aceptar el matrimonio homosexual, considerando que el Derecho no regula sentimientos, por más legítimos que estos sean. 

Lo que no desean escuchar los defensores de lo "políticamente correcto" es que la oposición al matrimonio igualitario de parejas homosexuales no es un rechazo a la homosexualidad ni a las personas de la comunidad LGTB. Lo que se cuestiona es el hecho que las exigencias de una minoría se pretenda, a través del matrimonio igualitario, "de-sexualizar" el matrimonio, consagrando un "imposible". Jean-Louis de Lolme, discípulo de Rousseau, decía que "el parlamento ingles lo podía todo, salvo convertir un hombre en una mujer". Hoy, con la presentación del proyecto de ley que busca instaurar el llamado matrimonio igualitario, es exactamente lo que desean hacer los congresistas del Frente Amplio, en su búsqueda, como "pato sin cabeza", de nuevas banderas de lucha, pro-derechos individuales, sin importar la polarización que esta iniciativa libertaria pueda generar en la sociedad peruana.


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