Cómo será?
Es una pretensión muy humana el querer buscarle cinco patas al gato. En efecto, intentamos siempre -y yo soy el primero en hacerlo-encontrar una explicación a todo y de ser posible que ésta sea lo más racional posible, es decir que encaje dentro de nuestros canones o parámetros culturales o sociales, o mejor dicho, sobre nuestra manera de ver el mundo.
Sin embargo, llega el día en el que esa búsqueda insaciable de certezas encalla. Sin duda, con el paso del tiempo somos cada vez más conscientes de nuestra finitud, de nuestra fragilidad y de cierto mundo que quizás no llegaremos a visitar, que sabemos que existe pero que no osamos vislumbrar ni siquiera de reojo, no por pereza intelectual sino porque llegamos un día a convencernos que la vida guardará su misterio, pues tiene una dimensión impenetrable para nuestros sentidos.
Y mientras que muchos nos demoramos algunos años o toda la vida en llegar a estas conclusiones, otros sin mayores pre-juicios ni disfuerzos intelectuales, llegan a lo esencial de las cosas sin mayores contratiempos... como aquella señora que vendía emolientes en una plaza altoandina y, con paciente gentileza, ante mi andanada de afirmaciones sobre la vida y la muerte, me respondió con un contundente y sonriente "...bueno, pero cómo será pues joven...". A veces creo que esa frase, en apariencia sencilla, encierra toda verdad de nuestra condición humana y el inalcanzable fuego de los dioses.
Sin embargo, llega el día en el que esa búsqueda insaciable de certezas encalla. Sin duda, con el paso del tiempo somos cada vez más conscientes de nuestra finitud, de nuestra fragilidad y de cierto mundo que quizás no llegaremos a visitar, que sabemos que existe pero que no osamos vislumbrar ni siquiera de reojo, no por pereza intelectual sino porque llegamos un día a convencernos que la vida guardará su misterio, pues tiene una dimensión impenetrable para nuestros sentidos.
Y mientras que muchos nos demoramos algunos años o toda la vida en llegar a estas conclusiones, otros sin mayores pre-juicios ni disfuerzos intelectuales, llegan a lo esencial de las cosas sin mayores contratiempos... como aquella señora que vendía emolientes en una plaza altoandina y, con paciente gentileza, ante mi andanada de afirmaciones sobre la vida y la muerte, me respondió con un contundente y sonriente "...bueno, pero cómo será pues joven...". A veces creo que esa frase, en apariencia sencilla, encierra toda verdad de nuestra condición humana y el inalcanzable fuego de los dioses.
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